En un valioso aporte en la
estrategia de educar en la memoria, destacar a los adolescentes y los jóvenes y
articular los aprendizajes del nazismo y de la dictadura en nuestro país con el
compromiso activo de habitar y defender los Derechos Humanos en nuestros días. El
Senado de la Nación aprobó la Ley que declara al 12 de junio como el “Día de
los Adolescentes y los Jóvenes por la Inclusión Social, la Convivencia contra
toda forma de Violencia y Discriminación” en conmemoración del natalicio de Ana
Frank.
Nacida el 12 de junio de 1929, en
Frankfurt am Main (Alemania), Annelies Marie Sara Frank tuvo una vida
breve pero no menos intensa. Obligada desde temprana edad a exiliarse con su
familia en Ámsterdam (Holanda) —escapando de la persecución nazi—, Ana sufrió
lo que millones de judíos europeos: el odio, la discriminación, el escarnio y
la muerte.
Condenados a vivir a escondidas en la parte trasera de las oficinas de Otto Frank, y en vilo siempre por el temor a ser descubiertos por las tropas de ocupación, los ocho habitantes de "la casa de atrás" mantuvieron su preciado secreto por más de dos años. Apresados el 4 de agosto de 1944, a causa de una denuncia anónima, todos los refugiados (salvo el padre de Ana) perdieron la vida en diferentes campos de concentración y exterminio.
Condenados a vivir a escondidas en la parte trasera de las oficinas de Otto Frank, y en vilo siempre por el temor a ser descubiertos por las tropas de ocupación, los ocho habitantes de "la casa de atrás" mantuvieron su preciado secreto por más de dos años. Apresados el 4 de agosto de 1944, a causa de una denuncia anónima, todos los refugiados (salvo el padre de Ana) perdieron la vida en diferentes campos de concentración y exterminio.
Sin embargo, y fruto de la
necesidad y la profundidad que Ana supo desplegar en las páginas de su diario
íntimo, hoy podemos seguir siendo testigos de cómo la ignominia y la
racionalización instrumental acuñaron su marca en el devenir de la humanidad.
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